Título: Nostros después de las doce
Autora: Laia Soler
Editorial: Puck
Páginas: 320
Fecha de publicación: 1 de julio de 2016
ISBN: 9788496886575
Precio: 14,50€
Si pudieras borrar de tu mente los recuerdos que te hacen sufrir, las traiciones, las pérdidas y los desengaños... Si pudieras convertir tu mente en un mural en blanco donde volver a pintar tu vida, ¿lo harías?
Aurora vive en Valira, un pequeño pueblo situado entre montañas. No cree en los cuentos de hadas, pero sí en la magia. Al fin y al cabo, Valira debe su nombre a un reina feérica. Dice la leyenda que la sangre de las hadas aún corre por las venas de sus habitantes, que el pozo del pueblo alberga el espíritu de la reina y que el antiguo carrusel de la plaza posee poderes extraños. No, en Valira nadie se atrevería a negar la existencia de la magia.
La víspera de San Juan, la noche más mágica del año, la mejor amiga de Aurora, Erin, regresa al pueblo después de dos años viviendo en la gran ciudad. Y con ella vuelve Teo, su hermano gemelo, cuya presencia Aurora prefiere evitar. Pero la mirada de Teo no es tal como ella la recordaba, ni su pelo, ni su sonrisa. Y cuando el más poderoso de los sentimientos asoma entre los dos, Aurora empezará a dudar de si acaso estará viviendo la segunda parte de una historia de amor olvidada... o no.
Nosotros después de las doce me ha sorprendido gratamente. Recuerdo tener entre mis manos el primer libro de esta autora, Los días que nos separan, y no disfrutarlo. De hecho, estoy convencida de que no lo acabé. Aunque después de haber leído esta pequeña joya, creo que cuando vaya a casa de mis padres lo recuperaré y lo leeré, porque he vuelto a leer el argumento y no entiendo como no pudo gustarme.
- O dices la verdad o no saldrás nunca de esta pesadilla -dijo el monstruo, elevándose sobre él, imponente y amenazador, con la voz más terrorífica que Conor le había oído nunca-. Te quedará aquí atrapado tú solo el resto de tu vida.
[...]
- ¡Ya no puedo soportarlo más! -gritó desesperado mientras el fuego ardía furiosamente a su alrededor-. ¡No puedo soportar saber que se va a ir! ¡Quiero que pase ya! ¡Quiero que todo esto se acabe!
[...]
- ¡Ya no puedo soportarlo más! -gritó desesperado mientras el fuego ardía furiosamente a su alrededor-. ¡No puedo soportar saber que se va a ir! ¡Quiero que pase ya! ¡Quiero que todo esto se acabe!
Quizá una de las cosas que ha hecho que me gustara tanto este libro es que me he sentido completamente identificada con la protagonista, su pueblo, sus vivencias, sus miedos...
Yo también he nacido y crecido en un pueblo pequeño de montaña. Y recuerdo cuando llegó el momento en que todos los amigos y compañeros con los que había crecido, con los que había compartido absolutamente todas las horas de escuela y instituto, de pronto se iban a la gran ciudad a estudiar. Fue un momento duro creo que para todos nosotros. Crecer en un pueblo pequeño tiene esto: yo fui con las mismas personas (y tuve los mismos maestros) desde P3 hasta 2o de Bachillerato. Nada más y nada menos que 16 años. Y de pronto, estábamos solos, en una ciudad que aún no podíamos sentirla nuestra, con un montón de gente nueva.
Yo, a diferencia de Aurora, tuve las cosas claras (o eso me pareció, porque ahora, 4 años después de haber acabado bachillerato, estoy hecha un lío) y empecé Filosofía en la Universidad, de la cual hice dos cursos y lo dejé. Y después empecé otra cosa, que es a lo que actualmente me dedico, aunque con muchas dudas: Pastelería. Yo, como Aurora, he querido estudiar algo que tan bonito como es la pastelería. Crear maravillas deliciosas con las manos es una de las cosas que más me gustan. Aurora, Valira y yo tenemos muchas cosas en común y a veces me daba la sensación de que estaba leyendo mi propia historia.
La historia del Carrusel me ha parecido maravillosa. Toda la magia que la rodea, el abuelo entrañable que te lo imaginas y dan ganas de darle un achuchón, los niños emocionados con la atracción. La duda de si realmente es mágico o no. A mi los carruseles, sobre todo si son antiguos, siempre me han despertado unos sentimientos extraños dentro de mi. Los podría observar durante horas y horas y imaginarme mil y una historias de niños riendo dando vueltas subidos a una calabaza. O una pareja de jóvenes volviendo a su infancia una vez subidos a esos caballos que suben y bajan si dejar de dar vueltas. Además, la figura del abuelo me ha encantado. Esa relación abuelo-nieta es tan auténtica, tan maravillosa... El abuelo de Aurora es un tesoro que tiene que cuidar, y tiene que hacerlo con mucho cuidado porque está enfermo y, de vez en cuando, les da algún susto. Pero él, aunque a veces no se sienta bien, no abandona nunca su carrusel, es como el amor de su vida. Y le encanta aconsejar a que figura "mágica" tiene que subir cada persona que desea dar una vuelta en el carrusel.
Mi abuelo suele decir que dar a los niños la figura del carrusel que más necesitan es tan sencillo como aprender a leer sus gestos y expresiones, que eso es todo cuanto uno necesita para conocer a alguien. Con el tiempo, yo he aprendido a descubrir en los silencios de la gente las verdades que sus palabras ocultan. Por eso sé que cuando mi abuela cierra los ojos y se queda quieto como si en el interior de sus párpados estuvieran pasando una película de los cuarenta, al tiempo que murmura "no lo sé, hija", es porque su radar se ha puesto en marcha. No es necesario que diga nada. Ese gesto me hace saber todo lo que tengo que saber.
Tengo el libro lleno de post-it porque hay un montón de frases que me han encantado (algunas de ellas son las que voy poniendo por aquí). No sé muy bien que palabras usar para expresar las sensaciones que he tenido leyendo el libro.
La historia entre Aurora y Teo me ha parecido bonita aunque a veces pudiera doler. ¿Quién no ha deseado alguna vez olvidar algo que le rompe el alma? ¿Hacer desaparecer algo que ha hecho mal, que ha hecho que todo saliera del revés?
El corcel dorado es con lo que sueñan los corazones rotos, porque bastan unas vueltas montado en su lomo para olvidar el dolor.
Pero olvidar no es una opción. Este libro nos enseña que tenemos que aprender a enfrentarnos a nuestros errores. Es normal cometerlos. Es normal mentir y es normal desear algo con tantas fuerzas que harías lo que fuera para conseguirlo. Eso es lo que le pasa a Aurora cuando Teo se va a vivir a la gran ciudad. Quiere con todas sus fuerzas que se quede y al final todo sale al revés. Y el carrusel es el encargado de arreglado su alma partida.
Cuando tenía cinco años le pregunté a mi abuelo si no deberíamos soltar esos recuerdos para que volaran muy, muy lejos. Aunque no los queríamos en nuestras cabezas, quizá podían ser felices en otro lugar. Su respuesta fue tajante: los recuerdos que dormían en el carrusel eran malvados, más que los asesinos y los ladrones, más que los dragones y las brujas de los cuentos, así que debían estar encerrados. ¿Y qué mejor cárcel que un precioso carrusel? Allí podían ser felices.
[...]
Yo no sería Aurora son aquellas personas que han pasado por i vida, estén aún en ella o haga ya tiempo que desaparecieron, porque todo moldea. Si olvido, pierdo a Aurora. Pierdo risas con Ona, pierdo el dolor de quien me ha querido, pierdo las bromas no tan pesadas que forjan una amistad en la infancia. Pierdo lo que me hace humana.
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Yo no sería Aurora son aquellas personas que han pasado por i vida, estén aún en ella o haga ya tiempo que desaparecieron, porque todo moldea. Si olvido, pierdo a Aurora. Pierdo risas con Ona, pierdo el dolor de quien me ha querido, pierdo las bromas no tan pesadas que forjan una amistad en la infancia. Pierdo lo que me hace humana.
Valira en general es algo muy mágico. Me ha encantado la idea de las caravanas. El rincón de entretenimiento y de quedada de cada quinta. Porque eso es lo que tienen los pueblos pequeños: conoces a todos los niños de tu edad y te relacionas con todos. Mi pueblo no es tan pequeño como Valira, pero creo que conozco a una gran parte de toda la gente que nació el mismo año que yo. Si no íbamos a la misma escuela, coincidimos en verano en el casal o si no, éramos vecinos. Es lo que tiene el pueblo y lo echo muchísimo de menos. Mis dos mejores amigas se han quedado ahí. Y mi otro mejor amigo se ha ido a una ciudad a un más lejos. Separarse de tu "quinta" es complicado, aún cuando pasa el tiempo. Ahora con los móviles es fácil tener cierto contacto, pero no es lo mismo enviarnos cuatro whatsapp de vez en cuando que ir cada día juntos caminando hacia el cole, compartir pupitre y pasarnos esas clases tapan aburridas haciendo el tonto y pasándonos notas... Este libro me ha hecho recordad muchísimas cosas de mi infancia, de mi etapa escolar en el pueblo y de mi pueblo en general y ha hecho que lo eche mucho de menos. Yo creo que por eso me ha gustado tanto. A conectado conmigo a la perfección. Y encima tenía ese punto de realismo mágico que me ha parecido mágico.
Con el paso de los años, las caravanas crearon su propia tradición: cada una pertenece a una quinta, que al llegar a los dieciocho debe cederla a la siguiente generación que aún no tenga caravana. Se hace siempre el último fin de semana de agosto, como símbolo de despedida de la infancia.
Ya os digo, para mi ha sido tener una joya entre las manos cada vez que lo cogía. Es un libro que guardo con mucho cariño con la esperanza de volver a encontrarme con él en algún otro momento de mi vida y que me vuelva a transmitir toda esa energía y esas sensaciones tan maravillosas. Y sobre todo, que vuelva a despertar esos recuerdos que tenía medio dormidos y que me ha encantado volver a tenerlos dando vueltas en mi cabeza. Ha sido como estar con mi quinta otra vez durante los días que ha durado la lectura. Y eso me ha hecho feliz.
Por eso os recomiendo plenamente que si alguna vez tenéis la oportunidad, si alguna vez cae el libro en vuestras manos, o si después de leer esta reseña os apetece dedicarle un tiempo a su lectura, os dejéis atrapar por su magia.
Por cierto, esta lectura pertenece a una de las Lecturas Conjuntas de Folloner@s Club. Ha sido la primera lectura conjunta que he hecho nunca y la verdad es que la experiencia me ha gustado mucho (¡y además he empezado con buen pie!). Así que ya os aviso que vendrán muchas más.
"-"Veréis, la madera del carrusel proviene de las partes más recónditas de estos bosques, del lugar donde un día vivió la corte feérica de la Reina Valira, nuestra Reina Enamorada. Algunos de los árboles que veis ahí, a lo lejos, tienen poderes que ningún humano conoce, y por eso las figuras son mágicas. Y digo mágicas de verdad, no como esas pamplinas sacacuartos de las fuentes. Aquí no tenéis que tirar una moneda por encima del hombro ni pedir un deseo. Solo tenéis que elegir sabiamente la figura en la que queréis montar para conseguir aquello que deseáis. Los corceles marrones si queréis valentía, los blancos si lo que buscáis es arreglar una amistad malograda, la carroza si deseáis que vuestra persona amada os corresponda..."